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En ocasiones, los niños se rehúsan a probar ciertos alimentos porque les parecen desagradables o simplemente su aspecto no les gusta. Ningún padre es inmune a este fenómeno de que preparás un plato con mucho amor y tu hijo se niega rotundamente a probarlo…

El secreto para pasar este período de la manera más tranquila es separar el amor de la educación y la comida del cariño. Sabemos que es más difícil de lo que parece y es la razón por la que queremos compartirte algunos tips que podés implementar en este proceso.

Aunque no todos los niños son iguales la mayoría pasa por la “fase del no” y es cuando descubren que hay mucho más por experimentar y desean autonomía, lo que usualmente pasa entre los 18 a 24 meses de edad. 

Conocé sus gustos y apetito

Si bien los niños a veces pierden apetito no significa que su línea de crecimiento y desarrollo se vea afectada, así que no te preocupés tanto, recordá que ellos se alimentan en función de sus necesidades. 

En cambio cuando rechaza constantemente un alimento significa que sus gustos personales hacen que no le guste y esto tampoco tiene porqué afectar su alimentación…

Sabemos lo importante que es para vos que consuma ciertas comidas, entonces en lugar de seguir probando con “ahí viene el avión” intentá llegar a un acuerdo cómo: probar algo que no le guste y que su próxima comida esté libre de eso.

El chantaje no es bueno 

Recordá que los niños no comen para agradar a nadie sino porque es vital, así que no les presionés ni les ofrezcás “premios” por comer. Pedile que pruebe las cosas y felicitalo aunque no le haya gustado, luego podés ofrecerlo de otra manera.

Hacer relevos con otras personas cercanas al niño es útil porque si no funciona con vos quizás con su papa o abuela sí, alternarse para que pruebe nuevos alimentos es buena opción.

Preparalo para la hora de la comida

Es importante que la hora de comer sea tranquila y que el niño pueda concentrarse en eso; apagá el TV, bloqueá el teléfono, lavale las manos y listo. Serví porciones pequeñas para que no se sienta abrumado con mucha comida, enseñale los colores y texturas de los alimentos, y usá platos o cucharitas divertidas. Probá mezclarle las comidas que no le gustan con algo que le encante para que tenga más motivación de probarlo. 

Algo que seguramente le va a gustar es que lo involucrés en el proceso de elaboración de la comida.

Recetas divertidas

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